Cuando empiezas a hacer Iglesia en casa y en todo lugar sucede un pequeño fenómeno, al empezar a convivir de una manera más cercana, más frecuente y más íntima el resultado natural es que podemos conocer a la persona mejor, conocer sus virtudes y defectos, sus sueños y fracasos.
Pero es tan cercana esa relación que cuando tú estás viendo a la otra persona, estás tan cerca que la otra persona también puede verte tal y como eres.
En la casa la relación no es de “compañeros de fe” o de ideología, en casa somos familia, y eso cambia todo. Conoces y te conocen.
Aquí cabe perfectamente lo que dice la Biblia:
“¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.”
Lucas 6:41-42
Cuando tú ves la paja en el ojo de tu amigo, es seguro que te has acercado lo suficiente como para que él pueda ver también cualquier basurita que tengas en el ojo.
Esa es una ventaja de convivir realmente con otros cristianos, que te proteges dejando que todos te conozcan, en una convivencia cercana quedamos expuestos ante todos y los demás quedan expuestos entre sí. Esta protección se da para dos cosas básicamente.
Primero para practicar la misericordia, la paciencia y la labor de ayudar a los otros a ser mejores.
Y segundo, nos sirve para darnos cuenta de que somos amados y aceptados tal y como somos, que no necesitamos aparentar nada para ser aceptados.
Cuando veas la paja en el ojo de tu amigo, se misericordioso, y ayúdalo, no sólo le digas ¡tienes una paja en tu ojo! ¡Qué horror! Recuerda que te habrás acercado tanto que tu amigo también ya vio tus “pajas” o como dice la Biblia tus “vigas”. Ayúdalo a sacar su paja con misericordia y gracia.
Armando Carrasco Z.
domingo, 28 de octubre de 2007
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