Todo lo que toca la tierra es afectado por el tiempo.
“Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. Mas ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés. Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía.”
Exodo16:19-21
Este pasaje está hablando del maná que Dios proveyó para alimentar a su pueblo. Podemos ver claramente que el maná tenía fecha de caducidad. Si no se usaba se echaba a perder.
Y así es con todo, todo lo que traemos del cielo es afectado por el tiempo y envejece. Inclusive llega a morir.
Aclaro que excepto Su Palabra, el verbo de Dios, queda intacto. Su misma Palabra dice que es eterna y que nadie puede quitarle ni una tilde ni una jota.
Pero es la única excepción, porque de alli en fuera cuando algo que traemos del cielo a la Tierra, en automático es afectado por el tiempo. Aún cuando Dios se hizo hombre fue tocado por el tiempo.
Lo mismo pasa con las ideas, estrategias, formas de evangelismo. Muchas de estás las concebimos en oración, directamente del cielo. Y en su momento altamente eficaces. Vemos los resultados de echar mano de la vida eterna. Sin embargo estas ideas que resultaron fabulosas en su momento nos damos cuenta que con el paso del tiempo llegan a ser obsoletas.
Al igual sucede con las palabras. Las palabras de nuestro lenguaje. (no hablo de Su Palabra) sino de nuestras palabras de uso común. El lenguaje sufre las inclemencias del tiempo, las palabras envejecen.
Voy a poner un ejemplo. Antes los niños deciamos “Time” y haciamos una seña con la mano formando una “T” para decir detengan tantito el juego. Hoy los niños dicen “ponle pausa”. Y hacen una seña con el dedo como si paretaran un botón. Este es un ejemplo muy sencillo pero los hay de todos.
El planteamiento es éste; ¿porqué hablamos los cristianos con un lenguaje que se usó hace dos mil años? La gente nos ve raros no porque seamos diferentes por nuestro caracter sino porque hablamos con un lenguaje que se usó hace 2000 primaveras.
Mientras que el hombre contemporáneo utiliza palabras como
-Gadgets
-Disco duro
-Digital
-Laser
-Chatear
Nosotros usamos
-Hermano
-Ministerio
-Apóstol
-Ministrar
-Orar
Y un sin número de palabras del lenguaje “reina valera”. Lenguaje en desuso.
Creo firmemente que debemos poner pausa y buscar la manera de liberar en la actualidad el poder de La Palabra para el tiempo actual.
La escencia de la Palabra no puede ser cambiada, pero si podemos buscar palabras que transmitan lo que Dios quería decirnos. Mucha de esa escencia quedó atrapada en palabras en desuso. Tenemos que liberar, soltar activar esa escencia de Su Palabra. Buscando formas nuevas de decirla.
Esas palabras que “vistieron” la escencia de la Palabra, se han añejado, pero en serio, ya no sirven, hay que buscar nuevas palabras que la transmitan.
También creo que hay palabras que están perfectamente ligadas a la escencia de Dios y que no pueden ser cambiadas y que nunca creo que puedan ser removidas, como la palabra HIJO y la palabra SANGRE. Alli sí, las palabras incluyen Su Palabra.
Yo creo que la Iglesia en casa provee un ambiente ideal para hablar con un lenguaje natural y contemporáneo, donde podemos comunicarnos con los demás de una manera más eficaz.
Armando Carrasco Zamora
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